Los principios pedagógicos de Reggio Emilia están basadas en una ley fundamental: “Si se hacen cosas reales, también son reales sus consecuencias” Malaguzzi. Es decir, las ideas surgen a partir de los acontecimientos y experiencias reales, dando lugar a respuestas y conclusiones reales.
El aprendizaje lo realiza por sus propios medios, haciendo uso de los recursos que se le ofrecen, los educadores, no actuando como transmisores de conocimientos, sino que se convierten en observadores que documentan cada actividad y provocan en el niño la búsqueda de conocimiento. También valora la importancia de que los padres se involucren, esta relación de los padres con la escuela y su participación activa en el proceso, brinda a los niños, seguridad, motivación y más interés por su entorno.
Los niños y niñas no aprenden por una relación lineal de causa-efecto, ni por un tipo de enseñanza directa con el educador o educadora, el aprendizaje es mérito de los niños, de sus actividades y del uso de los recursos que posee.
Loris Malaguzzi, también sugiere la importancia de tomar en consideración las distintas inteligencias que interactúan y se combinan en cada individuo y los muy diversos lenguajes a través de los cuales pueden expresarse los niños. Malaguzzi habla de dar cabida a los cien lenguajes expresivos del niño, el arte, en la pintura, el modelaje, el baile, la dramatización, el canto, la narración, etc.
EN CAMBIO EL CIEN EXISTE
El niño está hecho de cien.
El niño tiene
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien, siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos que descubrir
cien mundos que inventar
cien mundos que soñar.
El niño tiene cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.
Le hablan: de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar
y no hablar
de entender sin alegría
de amar
y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.
Loris Malaguzzi
No hay comentarios:
Publicar un comentario